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La leishmaniosis es una enfermedad zoonótica que es causada por un protozoo del género Leishmania y que se transmite por la picadura de un mosquito paja o jején. Los perros son los más afectados por esta enfermedad, pero otros animales como gatos y roedores también pueden contraerla.

El mosquito que transmite la enfermedad suele tener hábitos nocturnos y habita en zonas húmedas con materia orgánica acumulada.

La leishmaniosis puede manifestarse de forma crónica y sistémica, y puede causar una variedad de síntomas como anemia, agrandamiento de los ganglios linfáticos, aumento de tamaño del hígado y el bazo, pérdida de peso, sangrado nasal, daño renal y neurológico, y problemas en la piel como alopecia, descamación, úlceras y hiperpigmentación.

En algunos casos, la leishmaniosis en animales puede ser asintomática, lo que dificulta su diagnóstico y aumenta la posibilidad de transmisión de la enfermedad. Los animales infectados pueden no mostrar síntomas durante años y seguir siendo un reservorio de la enfermedad.

Es esencial que los animales infectados reciban tratamiento para mejorar su calidad de vida y reducir la posibilidad de transmisión de la enfermedad a otros animales. Aunque no es posible eliminar el parásito por completo, se pueden administrar medicamentos para aliviar los síntomas y controlar la enfermedad. Los medicamentos más comunes son el antimoniato de meglumina (Glucantime) y el alopurinol, y la duración del tratamiento dependerá del estado del animal.